Alguien se aclaró la garganta ruidosamente haciéndose notar a pocos
pasos del lugar donde me encontraba. Miré hacia arriba y me encontré con
sus penetrantes ojos verdes, me sonrió ¡Que bonita sonrisa! Sus
perfectos dientes blancos me deslumbraron por completo.
-Hola
¡Esta
hablando! Pues claro que esta hablando tonta ¿Es a mi? ¿Me habla a mi?
¡Claro que si y esta esperando que contestes! Me puse nerviosa.
-Hola...
¡Esos
ojos! Un escalofrío me recorrió, siempre me pasaba cuando lo miraba, el
era tan increíblemente perfecto... ¿Cuantas veces había soñado ese
momento? En la soledad de mi habitación imaginaba una y mil veces como
el se acercaba y me hablaba, nos conocíamos, me invitaba a salir...
¡Cuantas veces me había imaginado como la novia de el! Estando de la
mano, juntos, felices... Lastima que el no supiera de mi existencia
hasta ese mismo instante... ¡Me estaba hablado! Que nervios... ¡QUE
NERVIOS! Estaba temblando de euforia, alegría, emoción... ¡Todo al mismo
tiempo! Sentía un cosquilleo en todo mi cuerpo.
-¿Eres Anastasia no?
-Er... No, digo... ¡Si! Osea, me llamo Anastasia pero me dicen Ana...
Automáticamente
enrojecí ¡Que vergüenza! A mi lengua le costaba moverse y estaba
hablando entrecortado. ¿Que pensaría el de mi? Seguramente pensaría que
era una cría, una tonta... El sonrió ¿se estaría riendo de mi o estaba
siendo amable? Mierda.
-Bueno, Anastasia, yo soy Christian.
¡Ja!
Ya se que eres Christian, que hace una semana que estas soltero, que no
se te da muy bien estudiar, que tu mayor pasatiempo es el fútbol y que
eres tan guapo que las chicas suspiran cuando tu pasas... ¡Todo eso ya
lo se! Por eso mis piernas temblaban ahora mismo, mi corazón latía a mil
por hora y agradecía estar sentada, porque estaba segura que no me
podría aguantar de pie.
¿Que quería? No me aguantaba, sentía unas
ganas increíbles de gritar. Hacía dos semanas que estaba en ese odioso
instituto, no había hablando aun con ningún chico, todos preferían
evitarme, eso era, evitar a la “bicho raro”.
-¿Eres la nueva, verdad? Te he visto algunas veces... Siempre caminas sola.
Claro
¿Como no iba a caminar sola si todos me evitaban? Quizá pensaban que no
los escuchaba murmurar por los pasillos cuando yo pasaba, o reírse por
mi torpeza... Lo miré de nuevo, recordando que el también era una de
esas personas y me prometi ser mas brusca con el.
-¿Que quieres?- Le dije sin rodeos.
El
me miró fijamente a los ojos y me arrepentí, ay, esa mirada... ¿Poqué
mundo cruel? ¿Te has puesto en mi contra? Pero que digo, el mundo nunca
estuvo a mi favor.
-Yo... El profesor Carter me dijo que hablara contigo, dice que necesito clases particulares y que tu podrías ayudarme.
Me quedé momentáneamente en shock. ¿QUE?
- Claro.
Carter
era nuestro profesor de Historia, exigente y aburrido... Esta era mi
oportunidad, mi oportunidad de acercarme a Christian y no la iba a
desperdiciar.
-Bien, esto... ¿Cuando puedes quedar? ¿En mi casa o en la tuya?
¡Oh, dios mio! Tenía la oportunidad de ir a su casa... Pero no podía pasar todos los días fuera de la mia.
-¿Que te parece, un día en mi casa y otra en la tuya? Lunes, miercoles y viernes a las cinco y media?
El exhibió una gran sonrisa y por un momento creo que se me paró el corazón. A duras penas se la devuelvo.
-Perfecto, ahora dame tu mano.
Okey,
me perdí, pero igualmente extendí mi mano hacia el. De su bolsillo
trasero sacó un boligrafo y escribió algo en el, me miró dejando ir mi
mano, sonrió.
-Por si surge algún problema.
Miré embobada
como se alejaba, con su camiseta negra marcandole los músculos y sus
andares de leon. Cuando desapareció de mi vista, miré mi mano y casi me
da un infárto, allí estaban nueve dígitos y una carita sonriente.
¡¡¡Tenía su número de teléfono!!!
Yo Tan Bella Y Tu Tan Bestia. (Capítulo 1)
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