Estaba acostada en un prado mirando las nubes y lo mas importante de todo, tenía un chico a mi lado.
-¿No me hablas?
-Sh. Calla- le dije.
-Ana.
-Oh, por el amor de dios Mariano, CALLATE!
Después
de horas preguntándome cosas absurdas tenía la mente echa un lío y solo
quería paz y tranquilidad. Se incorporó y me tapó la vista, mirándome a
los ojos.
-¿Estas enojada?- Dijo sonriendo.
Suspiré y cerré los ojos.
-No. Pero me has acosado a preguntas todo el día, creo no es mucho pedir, tener un poco de silencio.
El volvió a recostarse y empezó a hablar de nuevo.
-¿Sabes? Eres muy rara. No se por que insistió en que...
De repente se calló y yo me incorporé para mirarlo a los ojos.
-¿Quien insistió en que?
El apartó la vista y susurró.
-Nadie.
Mentiroso.
-¡Oh
vamos! Todo el día preguntándome cosas, sin explicarme el porqué y
cuando te pregunto algo ¿no me contestas? ¡Muy desconsiderado de tu
parte! ¿No crees?
El se encogió de hombros y cerró los ojos.
-Me tapas el sol. - Susurró.
¿Que?
¿No iba a decirme nada? Este tipo, que conozco desde esta mañana, ha
estado preguntándome cosas todo el día, y ahora, cuando he intentado
sacarle algo de información, me ignora? Ambos podemos jugar a esto.
Me
levanto sin hacer ruido y miro a mi alrededor buscando el camino por
donde vinimos. Estamos en medio de... ¿Donde demonios estamos? En
realidad no lo se. Miro a Mariano, creo que está dormido. No recuerdo el
camino pero tengo que irme, empiezo a caminar hacia la izquierda, tengo
que salir de aquí, ahora que lo pienso, a este chico no lo conozco de
nada, solo se que se llama Mariano... Y que conoce a Lucas.
Horas antes...
-Creo que vamos a tener que conocernos mas.
Lo miro confundía.
-¿Como sabes mi nombre? - le pregunté.
-¿Quieres dar un paseo?- Me dijo sonriendo.
-¿Sueles cambiar siempre de tema?-Ladee la cabeza.
-¿Vas a responderme?- Dijo alzando las cejas.
-¿Siempre respondes las preguntas con otras preguntas? - Le acusé irritada.
-¿Siempre preguntas tanto? - Dijo el divertido.
Suspiré.
-¿Vas a responderme a algo?
El suspiró también.
-Solo si das un paseo conmigo.
-¿Estas loco? Tengo clases y tu también.
El sonrió divertido y alzó las manos, señalando a nuestro alrededor.
-A nadie le importará que nos escapemos. Además, ya llegamos tarde.
Miré a mi alrededor, los pasillos estaban completamente vacíos, todos estaban en sus respectivas clases. Suspiré.
-Aun
así, esperaré hasta la próxima hora. Apenas te conozco, no saldré a
pasear contigo.- Le repliqué enojada, por su culpa había llegado tarde.
El sonrió divertido.
-Quizá a mi no me conoces... Pero conoces a Lucas.
Aguanté
la respiración y lo miré. Lucas... ¿Estaba hablando de “el”? ¿Estaba
hablando del chico que ocupó mis sueños anoche? ¿Del propietario de los
increíbles ojos azules? ¿Del misterioso chico que me había besado? ¿El
que no dejaba de aparecer en mis pensamientos? Sin dudarlo, me encaminé a
la salida, sabiendo que el me seguiría.
-¿A donde vamos? -Le dije cuando salimos del instituto.
El
sonrió y siguió caminando, yo fui detrás y me detuve cuando el lo hizo.
Estábamos en el aparcamiento el instituto. Mariano se dio la vuelta y
me miró con una sonrisa traviesa. Detrás de el, había una moto negra,
enorme. Entonces, mi cerebro hizo “clic”.
-¿Que? ¿Estas loco? ¡Eso si que no!- Exclamé con los brazos en jarras.
El arqueó las cejas y me miró obviamente divertido.
-Lucas.-Fue lo único que dijo.
Cerré
los ojos y suspiré. Me permití un momento para respirar hondo unas
cuantas veces y después, con los ojos aun cerrados, me acerqué a la
moto. Abrí los ojos y lo miré, el se subió y me hizo un gesto animándome
a seguirle. Sin mas remedio, me monté en la moto.
-¡Oye tú! ¿Adonde vas? Vas a perderte.-La voz de Mariano me devolvió a la realidad.
Sobresaltada, apuré el paso, ignorándolo completamente.
El corrió al lado mio y me tomó por el brazo haciéndome detener.
-¿A donde vas?-Me preguntó confundido.
Lo miré y me solté del su agarre.
-¡A donde sea que me aleje de ti!-Le dije enojada.
El me miró y estalló en una carcajada.
-¿Estas enojada?-Me preguntó aun divertido.
-¡Que perspicaz de tu parte!-Le repliqué de brazos cruzados.
-¡Oh vamos! ¡Que te he echo? - Dijo intentando reprimir una sonrisa.
-Primero
que nada ¡me has echo perder clases! Segundo ¡me has echo subir a una
moto! Tercero,¡has estado acosándome a preguntas durante toda la mañana!
Y, para colmo, me traes aquí alegando que conoces a Lucas ¡pero no me
has dicho nada de el! ¿Cual de estas cosas piensas que es peor? -le
exclamé elevando una ceja.
El me miró cauteloso y dio un paso hacia mi. Yo, inmediatamente, di un paso atrás.
-Mi turno.-Le dije entrecerrando los ojos. - ¿De que conoces a Lucas?
-Es... Un amigo.
-Sin evasivas.-Le susurré con el ceño fruncido.
-Es mi mejor amigo y mi compañero de piso.
Asentí satisfecha y elegí con cuidado mi próxima pregunta.
-¿Que te ha dicho el de mi?
El entrecerró los ojos, al igual que yo hace unos momentos.
-No
mucho. Solo que chocaste con el, caíste, te golpeaste la cabeza y te
desmayaste. El te llevó a nuestro apartamento y cuando despertaste, te
llevó a casa. Eso y que te llamas Anastasia Morgan.
No ha
mencionado el beso. En el fondo, creo que me alegro, lo que no entiendo
es porqué el esta aquí, no entiendo que quiere de mi.
-¿Que quieres de mi?-Le pregunté mirándolo a los ojos.
El dudó y por fin habló.
-Solo
quería que fuéramos amigos, quiero conocerte. Es muy inusual que Lucas
haga eso, traer a alguien al apartamento y mucho menos, acompañarte a tu
casa. Aunque te hayas desmayado, es muy raro. Quería saber porqué lo
hizo y la mejor forma, es conocerte.
Pensé en su respuesta
durante un rato... Y la di por valida. Sonaba razonable. Pensé en Lucas,
en su aspecto amenazador y atractivo... Si, encajaba. Había tanto que
quería saber de el... Necesitaba verlo.
-¿Trabaja? ¿Estudia?
El negó con la cabeza.
-Trabaja pero no estudia.
-¿En que trabaja?-Demandé ansiosa.
El miró hacia el cielo con los ojos perdidos en las nubes.
-El y yo trabajamos con...
De
repente se detuvo, lo miré y vi cautela en sus ojos. Supuse que había
estado a punto de decir algo que yo no debía saber. ¿En que trabaja?
-El... El me dijo que era peligroso.-Le susurré.
El me miró y agrandó sus ojos marrones. Hizo una mueca de asombro, pero asintió.
-Lo es, Ana, lo es.-Dijo también susurrando. Luego miró la hora. -Es tarde, debemos irnos.
Confundida
por sus palabras, lo seguí sin protestar, se encaminó hacia la derecha,
dirigiéndose hacia una arboleda. Confundida, apresuré el paso, el se
había adelantado un buen tramo y caminaba a gran velocidad. Fruncí el
ceño, no habíamos pasado por ahí cuando vinimos.
-Oye! Esperame! No es por ahí! -Le grité.
El se giró y me sonrió, pero siguió caminando.
-¡Mariano!- Exclamé.
El
se adentró en la arboleda y las sombras se lo tragaron. Con el ceño
fruncido, me puse a correr para no perderlo, pero cuando llegué al pie
de la arboleda, no lo veía por ninguna parte. Me llevé las manos a los
labios formando un megáfono con ellas y grité su nombre. No hubo señal.
Respiré hondo y di un paso adentro de la arboleda, dejando que la
oscuridad me envolviera.
Las copas de los arboles eran tan densas
que tapaban todo el cielo soleado. Pequeños rayos de luz se filtraban
entre las ramas, dejando ver el bosque a mi alrededor. Si hace unos
minutos no hubiera estado a plena luz del sol, pensaría que era de
noche. El silencio y la quietud me impresionó, todo estaba muy calmado,
ni siquiera las hojas de los arboles se movían, el viento no corría.
Seguí caminando en la oscuridad intentando encontrar a Mariano. ¿Donde
demonios se había metido?. De repente, un arbusto a pocos metros de
donde me encontraba, se agitó haciendo ruido. ¿QUE HABIA SIDO ESO? Di
dos enormes pasos hacia atrás y nuevamente el arbusto se agitó. ¿Y si
era un animal salvaje? Oh no! ¿Justo ahora tenía que haberse ido
Mariano? El pánico se apoderó de mi y un grito crecía en mi garganta,
pero una mano me tapó la boca, evitando que gritara. Me debatí luchando
con todas mis fuerzas para liberarme, pero fue inútil, era mas fuerte
que yo.
-Sh, no hagas ruido- Me susurró en el oído. Mi cuerpo se
relajó inmediatamente al reconocer la voz de Mariano. El sintió el
cambio en mi cuerpo y me liberó. Me giré para encararlo, pero el se
llevó un dedo a los labios y señaló el arbusto, que en ese mismo momento
volvió a agitarse.
Me tomó de brazo y me puso detrás de el,
protegiéndome. Se agachó y, ante mi asombro, vi que en su mano había una
una navaja. ¿Que demonios hacía con una navaja? Quería preguntarle,
pero en ese mismo momento, el arbusto volvió a agitarse y de ente sus
ramas, saltó directamente hacia nosotros... Un conejo.
Una risita
nerviosa se escapó de mis labios. Y Mariano se unió a mi, pronto
estábamos revolcados de risa en el suelo cubierto de hojas.
-Es.. es..-Una risotada se escapó de sus labios.- Era un conejo!!!
Volví
a reír y respiré hondo para calmarme. Algo me estaba inquietando y
debía preguntarle. Ya calmadas las risas, nos pusimos de pie.
-Tengo que preguntarte algo.-Le dije mirándolo seriamente.
-Dispara.- Me dijo guiñandome el ojo.
Hice una mueca y dudosa, me alejé un paso.
-¿Por qué viniste al bosque? ¿Por qué no me esperaste? ¿Por qué demonios llevas una navaja?-le susurré entrecerrando los ojos.
Su rostro se ensombreció.
-Esas son varias preguntas. -Dijo-Solo quería hacerte una broma Ana, quería asustarte en el bosque.
Elevé una ceja y me crucé de brazos.
-¿Y la navaja?-Le pregunté con un hilo de voz.
El se acercó un paso y yo retrocedí. Se detuvo siguiendo mi movimiento con los ojos y cuando creí que no hablaría, el susurró:
-Lucas tenía razón cuando te dijo que era peligroso, Anastasia.
Fruncí el ceño un escalofrío me recorrió.
¿Que demonios significa eso?
-¡Explicame! ¡Explicame porqué!-Le dije enojada.
El me miró y se acercó un paso.
-Es hora de irnos.
**************
Era
aquí. Me escondí detrás del contenedor de la basura, así tenía una
clara vista hacia la puerta del bar y podía ver la entrada del callejón.
Ahora solo debía esperar. La calle estaba desierta y el bar estaba por
cerrar, era la ocasión perfecta. Me puse en cuclillas ocultándome y
esperé hasta que Klaus saliera. Dylan me había llamado media hora antes
dándome la hora y el lugar donde debía estar y se disculpó por no no
poder estar conmigo. No importaba, yo podía solo. Sus ojos aparecieron
de repente en mi mente, sus labios, su pelo. ¿Que mierda es lo que está mal conmigo?
No podía dejar de pensar en ella. Un movimiento en la puerta me trajo
de vuelta a la realidad. Era Klaus. Me puse la capucha y salí de mi
escondite, acercandome a el. Klaus era robusto y alto, pero no era nada
que no pudiera manejar. No estaba solo, un hombre alto, de tez morena y
de gafas de sol (¿En plena noche?) lo acompañaba, supuse que era su
guardaespaldas. Me acerqué sigilosamente por detrás y me moví hacia el
guardaespaldas.
-Señor ¿Sabe donde está la calle 34?-Le pregunté tocándole el hombro.
El
se giró bruscamente y me examinó de arriba abajo, evaluando si era una
amenaza. Finalmente decidió que no lo era. Klaus esperó pacientemente,
ni siquiera se molestó en mirarme.
-Por allá, gira a la izquierda
y luego camina tres calles. - El se giró, dándome la espalda y señaló
la calle que se encontraba a la derecha.
Ese segundo en el que se
giró, fue todo lo que necesité. Le patee la rodilla haciendo que
perdiera el equilibro y su cuerpo se inclino levemente hacia adelante,
le golpee la nuca con un movimiento fuerte y preciso. Se desplomó, en
dos segundos, lo había noqueado. Me giré hacia Klaus, que había empezado
a correr al ver que quedaba sin protección. Corrí detrás de el y cuando
lo alcancé lo tiré del brazo, haciendo que cayera al suelo, el terror
se veía en sus ojos marrones, esos ojos tan parecidos a los
de...¡Concentrate imbécil! Klaus me pateó el pecho, dejándome
momentáneamente sin respiración. Él se incorporó y yo también lo hice,
Klaus era apenas un poco mas alto que yo, así que no tuve problemas en
hacerle un gancho de izquierda. El retrocedió un par de pasos por el
golpe y se abalanzó contra mi, lo esquivé y le patee la rodilla,
enviándolo al suelo, puse mis manos a los lados de su cabeza e impacté
la rodilla contra su nariz dejándolo inconsciente. Lo siento. Tomé su cabeza poniendo una mano en su mentón y la otra en su frente, y con un giro rápido, lo maté.
***************
-Gracias por el paseo.-Me dijo cuando nos bajamos de la moto.
-Claro.-Le dije mirándolo indiferente.
El ladeó la cabeza y me miró, claramente divertido.
Me acerqué hasta quedar a un paso de el.
-Tiene que explicarme cosas.
El sonrió de una forma extraña.
-No, yo creo que no- me contestó y me guió un ojo, aun sonriendo.
-¡Ya lo creo que si! Aun no me has dicho anda sobre Lucas! -Le grité.
El
acercó su rostro al mio y por un momento, pensé que me iba a besar,
pero no lo hizo, acercó sus labios a mi oreja y me susurró:
-Hasta luego, Annie.
Con
esas palabras, se subió a la moto y se fue. Yo me quedé asustada, el
cuerpo me empezó a temblar y lágrimas empezaron a bajarme por las
mejillas. El lo sabía. Me había dicho Annie. Y solo una persona en todo el mundo me llamaba así cuando era niña. Bill.
Nada es lo que parece. ¿O si? (Capítulo 6)
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